
El pasado 10 de febrero, Catherine L’Ecuyer, Doctora en Psicología y Educación, cuyas contribuciones a la Carta Por una escuela OFF han sido decisivas, fue invitada al Parlamente Vasco para presentar su visión de la digitalización de la escuela. Aquí reproducimos algunos extractos. Su exposición completa puede ser leída en el enlace al final.
"[...]Las leyes naturales de la infancia no son conservadoras, ni progresistas. Responden, sencillamente a lo que reclama la naturaleza del niño y del joven. Cuando se legisla en contra de esa naturaleza, o se deja de legislar acorde a sus necesidades, ésta se tuerce y se rebela.
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Las empresas tecnológicas, tanto las que venden dispositivos como aplicaciones o plataformas webs, no están en el negocio de entregar dispositivos, o plataformas, o contenidos a sus usuarios/clientes; están en el negocio de entregar la atención de los usuarios/clientes a las empresas que patrocinan sus contenidos o compran los datos privados del usuario. Para ello, contratan a las mentes más brillantes (psicólogos, ingenieros) que saben incorporar mejoras tecnológicas (ej. El scrolling infinito, el Plug & Play) o contenidos adictivos para retener la atención en línea de sus usuarios el tiempo más largo posible.
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Para crecer en bolsa, esas empresas necesitan aumentar su base de clientes, incorporando cuentas de menores de edad y vendiendo sus datos a terceros. Como decía uno de los conocidos iconos del capitalismo salvaje, Milton Freedman, “la responsabilidad del ejecutivo es manejar los negocios de acuerdo con los deseos de sus accionistas, que generalmente consiste en ganar tanto dinero como sea posible, cumpliendo con las leyes y las costumbres éticas”. En otras palabras, y no podemos ser ingenuos, los directivos de esas empresas tienen la obligación “por ley”, de poner los intereses de sus accionistas por delante de los intereses de la infancia y los únicos límites a esa lógica salvaje son las leyes que vosotros hacéis para proteger a los más vulnerables, que son los niños y los jóvenes. Por lo tanto, pensar en que la solución se encuentre en la auto-regulación de la industria y en el ejercicio de su responsabilidad social ya no es ser ingenuo, es desconocer por completo el ABC de la lógica empresarial.
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Entonces, el dilema que oímos a menudo ahora de “prohibir o no prohibir a los niños” es completamente simplista y no atiende a la cuestión de raíz. No se trata aquí de debatir si prohibir o no prohibir algo. Se trata de proteger a la infancia ante una industria cuyos intereses no coinciden con lo que reclama su naturaleza. Dejar a las empresas tecnológicas decidir sobre lo que debe o no entrar en los hogares o en las aulas, es como encargar a Pizza Hut la elaboración del menú de los hogares y de los comedores escolares.
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Entonces la cuestión no es si debemos o no sacar las tabletas, o los Smartphone del aula. La pregunta es: ¿qué ha pasado que hemos introducido estos dispositivos en las aulas sin preguntarnos si debíamos? Como decía uno de los protagonistas de la película El Parque Jurásico, “nos hemos preguntado si podíamos, pero hemos olvidados de preguntarnos si debíamos”. Desde 2014, he sido una voz solitaria en el desierto diciendo que la introducción de estos dispositivos era un error del que nos íbamos a arrepentir mucho. ¿Por qué lo dije, y lo sigo diciendo hoy, (y gracias a Dios ya no soy sola en decirlo)?[...]"
Extractos de la comparecencia ante el Parlamento Vasco de Catherine L'Ecuyer, doctora en psicología y educación, cuyas contribuciones a la Carta Por una escuela OFF han sido decisivas. Texto completo: https://catherinelecuyer.com/2025/02/10/comparencia-de-catherine-lecuyer/
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